La chamana se entrega y se convierte en su pipa.
Va por la vida soplando su humo sobre lugares y seres heridos.
No importa dónde ni porqué.
Abre espacios, empuja puertas, sintoniza con la alegría y la sanación.
Ella va dejando estelas de humos flotantes. Sopla en estado de ensoñación.
Sopla con la alegría de la vida y la participación.
Cuando el amor se expresa a través del humo, algo triunfa. Las murallas ceden
y el miedo y el dolor se disuelven.
Ella va libre, veloz, como partícipe de una danza siempre distinta y siempre, siempre,
cantando desde el corazón.
Los límites del humo nadie ha podido señalarlos. Su humo es la decisión sanadora
de una mujer.
Mirarla es como recordar verdades olvidadas.
Va por la vida soplando su humo sobre lugares y seres heridos.
No importa dónde ni porqué.
Abre espacios, empuja puertas, sintoniza con la alegría y la sanación.
Ella va dejando estelas de humos flotantes. Sopla en estado de ensoñación.
Sopla con la alegría de la vida y la participación.
Cuando el amor se expresa a través del humo, algo triunfa. Las murallas ceden
y el miedo y el dolor se disuelven.
Ella va libre, veloz, como partícipe de una danza siempre distinta y siempre, siempre,
cantando desde el corazón.
Los límites del humo nadie ha podido señalarlos. Su humo es la decisión sanadora
de una mujer.
Mirarla es como recordar verdades olvidadas.
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